12 de septiembre de 2011

Matando la superpredicción de aquel diciembre

Puta madre, septiembre del 2011, tan ajeno al hermoso pasado donde no era ni un hombre, ni un dictador, ni un animal, solamente estaba inundado de paz…
Va, ya ni se que diciembre fue ese… antes del 2008 seguro, pero ahí prácticamente no había imágenes y la verdad que casi se me mezcla todo…
Ver como pasa la vida, antes de ayer corría con una hoja en la oreja atrás de una pelota con mis amigos, ayer ya estaba dos años con mi novia y hoy estoy escribiendo esta garcha atómica que ni ganas de Baudelaire o Rimbaud, ni Arlt o Hesse, ni siquiera Golding. Hoy no hay nadie a quien imitar. Nada que hacer, nada que festejar, salvo que tengo el éxtasis del 4 a 0 de Lanús a Argentinos, que mañana se evapora.
Leeme, escribiéndole a la nada o al todo, total es lo mismo, el punto es que escribo poco y no con este estilo cotidiano, por lo que me resulta raro redactar así y ya no se que mierda poner. Se me viene a la mente “una imagen vale más que mil palabras” y sí, mil palabras mías no pueden confinar lo que siento al terminar una imagen pero ya hice muchas y no tengo ni sueño ni ganas de hacer más para demostrarte esto que escribo (aparte cada persona puede generar su interpretación que es hermosa y ajena al sentido real de la imagen o foto).
Y ya no se que sentir, me pesa un poco el cuerpo, me incomoda pensar “¿En vez de escribir esta porquería, por qué no abro el Photoshop?”, pero ya está, casi terminado y decidido a ser entrada.

Y ahora… bueno “En el fondo de la caja solo quedó la esperanza”.

O como diría mi viejo “La experiencia es intransmitible”.

(Superproducción)